El encéfalo necesita un aporte contínuo de nutrientes para su correcta formación, desarrollo y funcionamiento. Todos los nutrientes son necesarios, aunque algunos tienen mayor implicación en la cognición y en la salud mental.Numerosos estudios han evidenciado que muchos aspectos de la cognición (memoria, razonamiento, atención, cociente intelectual) y del deterioro cognitivo (demencia, depresión, enfermedad de Alzheimer, Parkinson) se ven afectados por el consumo de dietas inadecuadas.

Nutrientes y cognición

Carbohidratos

El cerebro humano, debido a su alta actividad, necesita un aporte contínuo de glucosa para mantener las capacidades cognitivas. La glucosa es la principal fuente energética del tejido neuronal; el hipocampo (área clave del aprendizaje y memoria), es especialmente vulnerable a las interrupciones en su suministro.

Los alimentos de bajo índice glucémico (IG) reducen la resistencia a la insulina y pueden mejorar la capacidad cognitiva (atención, memoria, capacidad matemática) en comparación con los alimentos de alto IG. El consumo elevado de azúcares simples se ha asociado con dificultad de concentración y atención.

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Proteínas

La cantidad y la calidad de las proteínas que ingerimos con la dieta pueden modular la síntesis de neurotransmisores. Diversos estudios muestran una asociación positiva entre la ingesta de determinados aminoácidos y la capacidad cognitiva. Los neurotransmisores serotonina, dopamina/adrenalina se sintetizan a partir de los aminoácidos triptófano y tirosina, respectivamente.

La serotonina se encuentra involucrada en muchos procesos fisiológicos (sueño, depresión), incluida la función cognitiva. Niveles bajos de serotonina se asocian con disminución del aprendizaje, el razonamiento y la memoria.

La conversión del triptófano en serotonina depende de sus concentraciones plasmáticas. El triptófano se encuentra en muchos alimentos (carne, lácteos, frutos secos). Su suplementación mejora la atención, la memoria visual y el aprendizaje.

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Grasas

Los ácidos grasos poliinsaturados tienen un papel beneficioso en la enfermedad cardiovascular, en la diabetes, el cáncer, la depresión y la función cognitiva. Sin embargo, el consumo elevado de ácidos grasos saturados se asocia con deterioro cognitivo.

El ácido docosahexaenoico (DHA) es el principal componente de los fosfolípidos de membrana, especialmente en la corteza cerebral, los sinaptosomas y las vesículas sinápticas, e interviene en la síntesis de neurotransmisores. Asimismo, tiene un papel importante en el desarrollo cognitivo, el aprendizaje, la sinaptogénesis, la neurogénesis y la memoria, además de intervenir en la función visual y en la auditiva.

Su deficiencia se ha relacionado con una disminución de la agudeza visual, de la memoria, del rendimiento cognitivo y con el trastorno del déficit de atención e hiperactividad, además de tener un papel importante en la prevención y/o retardo de la progresión de enfermedades  psiquiátricas y neurodegenerativas (demencia, depresión, trastorno bipolar y enfermedad de  alzheimer).

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Micronutrientes

Los micro nutrientes como vitaminas B1, B6, B12 y B9 (ácido fólico) son esenciales para el correcto funcionamiento cerebral.

La vitamina B1 interviene en el metabolismo de los hidratos de carbono, asegurando la producción de energía. Esta vitamina modula el rendimiento cognitivo, especialmente en ancianos.

La vitamina B9 es esencial para el correcto desarrollo y funcionamiento cerebral durante el periodo perinatal. Su deficiencia en embarazo se relaciona con defectos del tubo neural (DTN) y bajo peso al nacer. Diversos autores muestran una asociación positiva entre el estado materno de esta vitamina y el desarrollo cognitivo del descendiente durante la infancia, aunque es necesaria una mayor evidencia científica para establecer esta relación.

Resultados semejantes se han encontrado en colectivos de ancianos. Se ha observado una asociación entre concentraciones elevadas de folato en plasma y mejor función cognitiva y rendimiento en las pruebas de velocidad psicomotora.

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Las vitaminas B6 y B12 están directamente involucradas en la síntesis de neurotransmisores. La vitamina B12 retrasa la aparición de signos de demencia, y su suplementación mejora las funciones cerebrales y cognitivas en los ancianos. Los adolescentes que tienen un nivel límite de esta  vitamina desarrollan signos de cambios cognitivos.

En los últimos años, se ha relacionado la vitamina D no sólo con efectos en la salud ósea, sino también con enfermedades crónicas (diabetes, obesidad, hipertensión, accidente cerebrovascular, cáncer…) y alteraciones en la función y deterioro cognitivo.

Estudios recientes han confirmado una asociación entre la deficiencia de vitamina D y el deterioro cognitivo y la demencia.

Fuente

Martínez García RM, Jiménez Ortega AI, López-Sobaler AM, Ortega RM. Estrategias nutricionales que mejoran la función cognitiva. Nutr Hosp 2018;35(N.º Extra. 6):16-19 DOI: http://dx.doi.org/10.20960/nh.2281

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